sábado, 12 de enero de 2013

La Gran Desilusión (una vez más)


La política energética del gobierno de Ollanta Humala finalmente ha terminado en la larga lista de promesas electorales distorsionadas (por no decir traicionadas) del mandatario peruano. Era uno de los pocos temas al que se aferraban aquellos que tenían la esperanza de que este fuera, después de todo, el gobierno del cambio y de las reformas por las que fue elegido.

Así uno podía ver las decisiones tomadas en el primer año de gobierno humalista como consecuentes con una política energética nacionalista y progresista. “Peor es nada” o “los cambios tardan” pensaban muchos. Podemos enumerar la intención de recuperar el Lote 88 para el consumo interno, la apuesta por el Gaseoducto Andino del Sur (GAS) y su polo petroquímico, la designación de profesionales progresistas en puestos claves (Ministerio de Energía y Minas, Petroperú y Perupetro), entre otros. Ya en curso del segundo año humalista queda claro que las cosas han tomado un giro de retroceso, consecuentes con la orientación neoliberal del régimen.

 
Teatral ceremonia de "recuperación" del Lote 88. Pura foto (fuente)

Ahí tenemos que la “recuperación” del Lote 88 no ha significado nada más que una declaración del gobierno sin ningún resultado concreto, la débil respuesta ante la estafa para el país por parte del Consorcio Camisea sobre las regalías por la exportación del gas, la salida de los principales responsables del sector identificados con la visión crítica del Ollanta candidato a las políticas de los anteriores gobiernos (y reemplazados por tecnócratas responsables precisamente de esas políticas), etc. Pero donde claramente vemos esta derechización, combinado con improvisación y confusión, es en el asunto de la masificación del gas para el sur peruano. Así en lo que va del gobierno humalista hemos tenido: 

  • Gaseoducto Andino del Sur (GAS): A inicios de su gobierno este era el proyecto estrella del presidente Humala para el sur, su principal bastión electoral. Cuenta con los estudios y permisos necesarios para ponerse a andar e incluso se llegó a dar un simbólico inicio de construcción por parte del presidente y su gabinete en La Convención (Cusco). Lo interesante era que permitía la industrialización del gas a través de un polo petroquímico.
  • Etanoducto de la Costa: Sorpresivamente, sobre todo para el sur que esperaba la puesta en marcha inmediata del GAS, este fue presentado por el presidente en su mensaje a la Nación del 2012 como “complemento” al GAS, aunque en la práctica su implementación lo cancelaba. En general se le consideró un proyecto sin pies ni cabeza, demostrando únicamente que el gobierno desechaba lo planeado y trabajaba sobre la marcha.
  • Gaseoducto Sur Peruano: Con el GAS desplazado por el gobierno y un etanoducto que no convencía a nadie, sorpresivamente (sí, una vez más) el gobierno se saca de la manga este nuevo (y ¿definitivo?) gaseoducto. Vendría a ser una versión reducida del GAS, con el agregado de no tener estudio de impacto ambiental, permisos, licencias, cronograma, ni nada. Ni siquiera esta claro en que queda la petroquímica para la industrialización del gas. Ah, el etanoducto ya no va. 
   
Todopoderoso ministro de Economía Luis Castilla: la garantía que nada cambie (fuente) 

Y así esta la cosa, con el errático accionar del gobierno y el objetivo de que el sur se beneficie del gas para su desarrollo cada vez más lejano. Al final, siguiendo la misma tendencia del resto del gobierno de Ollanta Humala, la política energética sigue la ruta del continuismo rechazado tantas veces en las urnas. Una historia bastante repetida en el Perú de los últimos tiempos.