La
política energética del gobierno de Ollanta Humala finalmente ha terminado en
la larga lista de promesas electorales distorsionadas (por no decir
traicionadas) del mandatario peruano. Era uno de los pocos temas al que se aferraban
aquellos que tenían la esperanza de que este fuera, después de todo, el
gobierno del cambio y de las reformas por las que fue elegido.
Así
uno podía ver las decisiones tomadas en el primer año de gobierno humalista
como consecuentes con una política energética nacionalista y progresista. “Peor
es nada” o “los cambios tardan” pensaban muchos. Podemos enumerar la intención de
recuperar el Lote 88 para el consumo interno, la apuesta por el Gaseoducto Andino
del Sur (GAS) y su polo petroquímico, la designación de profesionales
progresistas en puestos claves (Ministerio de Energía y Minas, Petroperú y
Perupetro), entre otros. Ya en curso del segundo año humalista queda claro que las
cosas han tomado un giro de retroceso, consecuentes con la orientación
neoliberal del régimen.
Teatral ceremonia de "recuperación" del
Lote 88. Pura foto (fuente)
Ahí
tenemos que la “recuperación” del Lote 88 no ha significado nada más que una
declaración del gobierno sin ningún resultado concreto, la débil respuesta ante
la estafa para el país por parte del Consorcio Camisea sobre las regalías por la
exportación del gas, la salida de los principales responsables del sector
identificados con la visión crítica del Ollanta candidato a las políticas de
los anteriores gobiernos (y reemplazados por tecnócratas responsables
precisamente de esas políticas), etc. Pero donde claramente vemos esta
derechización, combinado con improvisación y confusión, es en el asunto de la
masificación del gas para el sur peruano. Así en lo que va del gobierno
humalista hemos tenido:
- Gaseoducto Andino del Sur (GAS): A inicios de su gobierno este era el proyecto estrella del presidente Humala para el sur, su principal bastión electoral. Cuenta con los estudios y permisos necesarios para ponerse a andar e incluso se llegó a dar un simbólico inicio de construcción por parte del presidente y su gabinete en La Convención (Cusco). Lo interesante era que permitía la industrialización del gas a través de un polo petroquímico.
- Etanoducto de la Costa: Sorpresivamente, sobre todo para el sur que esperaba la puesta en marcha inmediata del GAS, este fue presentado por el presidente en su mensaje a la Nación del 2012 como “complemento” al GAS, aunque en la práctica su implementación lo cancelaba. En general se le consideró un proyecto sin pies ni cabeza, demostrando únicamente que el gobierno desechaba lo planeado y trabajaba sobre la marcha.
- Gaseoducto Sur Peruano: Con el GAS desplazado por el gobierno y un etanoducto que no convencía a nadie, sorpresivamente (sí, una vez más) el gobierno se saca de la manga este nuevo (y ¿definitivo?) gaseoducto. Vendría a ser una versión reducida del GAS, con el agregado de no tener estudio de impacto ambiental, permisos, licencias, cronograma, ni nada. Ni siquiera esta claro en que queda la petroquímica para la industrialización del gas. Ah, el etanoducto ya no va.
Todopoderoso ministro de Economía Luis Castilla: la garantía
que nada cambie (fuente)
Y así
esta la cosa, con el errático accionar del gobierno y el objetivo de que el sur
se beneficie del gas para su desarrollo cada vez más lejano. Al final,
siguiendo la misma tendencia del resto del gobierno de Ollanta Humala, la
política energética sigue la ruta del continuismo rechazado tantas veces en las
urnas. Una historia bastante repetida en el Perú de los últimos tiempos.